Leydi Gore
Esta
noche y como cada noche me dispongo a seguirte sin que me veas, sin que sientas
que estoy a tu lado, te sigo, soy tu sombra, tan sigiloso como aquel pelo que
se desprende de tu melena, va cayendo de a poco mientras baila con el viento y
desaparece en la oscura noche, así de cauteloso soy.
Esta noche, y como todas las noches sales de
cacería con la chaqueta y los pantalones de cuero, las uñas pintadas de negro y
los labios delineados con el color característico de la sangre.
Como
olvidar la vez que te conocí allí por lo barrios bajo de “Eneles”, caminabas tù con la chaqueta que se extiende cual si fuese
una magnifica capa. Se te acercaron unos tipos con intenciones nada
respetables, mientras yo veía desde un tejado la hermosa Luna que cubría con su manto misterioso a todos. Luna, a quien
siempre veía con embeleso, buscaba a una mujer que me recordara a la Luna; fue
entonces que te divisè, tan hermosa con esa mirada endemoniada, de ojos oscuros
como la noche, como si los Dioses hubiesen escuchado mis suplicas.
Sentì
miedo de que esos sujetos te hicieran daño, pero no, salías en busca de
diversión, te inclinaste haciendo un gesto de reverencia diciendo:
-Buenas
noches caballeros. Fue entonces cuando me interese en ti.
En el momento en el que te inclinaste un
poco, fue una distracción.
Entonces
mi delirio por ti empezó el ver lo que estaba por ver.
Sacas una espada y la incrustas en el cuello
de uno de los tipos (que eran tres en total) y lo dejas colgado en la pared;
para los siguientes sacas tus dagas de tus botas una queda clavada en el ojo
izquierdo dejándolo abatido mientras suelta un grito ensordecedor; la gente de
“Eneles” no hará nada; ya se dio el
toque de queda por los extraños sucesos que ocurren por la noche, allí en las
sombras da aquel callejón nadie te puede
ver, nadie mas que yo, tu fiel admirador.
El último tipo que queda le das una estocada
en el corazón.
Terminó los previos, ahora viene el clímax, la
hora de tu diversión.
Te diriges hacia el primer tipo, el que
dejaste colgado en la pared con la espada en el cuello, de repente dejas ver
una daga que aun tenias en una de tus botas (la izquierda para ser mas exactos)
haces un incisión por todo el tórax y abres su piel raudamente cual si fuese un
abrigo ves todos sus órganos tan excitada que sonríes hermosamente, tus ojos
brillan como cuando un niño encuentra dulces al abrir la piñata que
anteriormente golpeó. Ahora tu eres la niña extasiada por la fantástica visión
que tienes frente a ti, coges lo órganos y los pasas por tu rostro tan
hipnotizada y llena de placer lames la sangre que se drena sobre tu faz con
premura.
El otro sujeto parece estar aun consciente
aun, el que tiene la daga clavada en el ojo izquierdo, te diriges hacia èl, un
nudo en las manos es lo ideal para continuar con tu diversión y comienzas a
desprender toda su piel con las uñas, estas tan encantada que no puedes evitar
soltar una melodiosa carcajada.
Se
me ocurre entonces llamarte “Leydi Gore” al no saber tu nombre. Mientras pienso
en tu nombre ya estas acabando con el tercer sujeto indagando en su espina dorsal.
-Fue
tan perfecto ese dìa- murmuro, mientras vuelvo a recordar.
Me
siento tan inspirado esta noche con la Luna llena y tù, por empezar el
espectáculo.
Ya
vas a empezar, mientras yo cojo mi lápiz y lo alzo hacia el cielo para dirigir
mi orquesta.
Cada
movimiento tuyo es un instrumento.
El
espectáculo ya va a empezar.
Movimientos
lentos… violines
Estocada…
trompetas
Corte…
piano
Desmembramiento…
saxofones…
Movimientos
rápidos… canto
La
orquesta toco toda la noche sin descanso.
Fue
un show estupendo.
Esta
noche me propongo escribirte algo:
Leydi
Gore mi amada, que con tus encantos haces que me enamore
soy tu
fiel admirador, quien siempre te observa
soy
quien te aplaude aquí, desde el silencio
rogando
que la noche dure para siempre, viendo el amanecer con desprecio
una
encantadora dama
por la
cual daría mi alma
verte
ahí, realizando actos que te llenan de tanto jubilo
me hace
pensar en la vida que podríamos tener juntos
realizando
ambos lo que mas nos gusta
tù,
dando rienda suelta a toda tu locura
cometiendo
asesinatos,
y yo,
dirigiendo la orquesta y escribiéndote poemas
y al
final de la jornada
amarnos,
lívidamente sobre los cuerpos desmembrados.
Amarnos
sin que nadie nos detenga
tù y
yo, mi Leydi Gore.
Estoy
decidido, esta noche te diré lo que siento no temeré al rechazo.
Saldré
de las sombras, te mirare fijamente a los ojos y te diré que te amo.
Estoy
seguro que lo diré, te diré que te amo aunque sea yo, tu siguiente vìctima.